“Te invito a la iglesia el Domingo, soy parte de un grupo, ¡Ven! Te va a gustar”.
Perdí la cuenta de las veces que escuché esta frase, en los últimos 10 años. Me rehusaba a aceptar por millones de razones diferentes, pero la más importante siempre fue: No quiero que nadie me haga sentir que no soy válida como persona.
Siempre he tenido un conflicto muy grande con la manera en la que la religión se ejerce en México; es una idea muy dogmática que va así:
Dios = Religión = Iglesia = Padre = Católicos = Biblia = Creer.
¡Las personas tienen todo junto!
Crees en Dios porque vas a la iglesia; vas a la iglesia porque eres parte de una religión y ahí en la iglesia, está Dios. La religión católica, toma parte en la iglesia y es cultivada, cada domingo, por lo que dice el Padre. Todo esto, creyendo cada palabra que dice la biblia.
Por ende, si tú eres un ser humano que:
- No va a misa los domingos
- No le gusta ir a la iglesia
- No se identifica como parte de la religión católica
- No sigue todos los rituales que el Padre le manda
- No pone su fe en la biblia
Automáticamente, pasas a ser alguien “que no cree en Dios”. Y eso, me molesta. Me molesta que todo tenga que caber en un mismo lugar y que sea inherente una cosa con la otra. En México, nunca pude encontrar eso; un lugar en donde no me tacharan por las cosas “que hago mal”.
Siempre he pensado que todas las personas tenemos nuestra propia idea de: ¿Quién es Dios? O ¿Qué es Dios? Y pasa que, lo que sea que creas, no tiene por qué hacerte pertenecer a una religión. Personalmente, pienso que Dios es alguien que está contigo, siempre. La religión es un sistema social que da seguridad a las personas y la iglesia, pasa solo a ser un lugar que se llena de diferentes tipos de energía, todos los días. Definitivamente, no creo que Dios, ese ente en mi vida, esté representado por las cosas que dice una persona (Sacerdote); sin embargo, sí creo que la biblia nos habla a todos, de diferentes maneras. En resumidas cuentas, ¡No creo en los combos religiosos!
Crecí en una familia de fe católica. Mi abuelo iba a ser sacerdote y por alrededor de 28 años, presidio el capítulo en Monterrey, de una muy conocida organización católica que tiene impacto global. Desde que tengo memoria, la iglesia siempre ha sido parte de mi vida; sobre todo porque, mis abuelos vivían enfrente de una. Entré al kinder –primaria en un colegio salesiano, en donde las sores siempre andaban detrás de mí, por mi mal comportamiento. Así que, de actividad extracurricular, en lugar de gimnasia o guitarra, terminé en misiones; tejiendo rosarios y pintando figuras de yeso. Todavía tengo en mi memoria las caminatas por los pasillos del colegio, con una sor al lado mío, que me decía: “Rocío, cuando tú seas grande, tienes que entregarle tu vida al señor y ser como nosotras”. Me considero legalmente católica, es decir, tengo todos los procesos que la religión solicita para casarme por la iglesia – Como Dios manda- . Sin embargo, no creo en nada de eso. Me siento completamente segura de que mi fe en algo más grande que yo, no se determina por el hecho de rezar, adentro de una iglesia, bajo las oraciones y mandamientos de un sistema religioso.
No me gusta ser parte de todos, ser parte de lo mismo o que me impongan cosas solo porque es “lo que todos o la mayoría hace”. Creo que esa noción me llevo a, por primera vez, distanciarme de la religión. No quería que me impusieran algo en lo que yo no estaba completamente segura y pienso que en las familias mexicanas, eso es muy común.
“No hagas eso porque Dios te va a castigar”.
Pintan a un Dios que castiga, a un Dios que “te está viendo” para juzgar tus pecados, a un Dios que, si no haces lo que un sacerdote dice, entonces estás mal. Dios no es eso. Dios no es alguien malo que te castiga. Dios no es alguien que te excluye o que te manda adversidades por gusto. Incluso, el término Temor de Dios, no tiene un significado plenamente de castigo.
Llegamos entonces a un sistema religioso, el catolicismo. Salir del closet y declararme abiertamente lesbiana, es lo que rompió todos mis lazos con Dios, la religión, la fe y un sistema lleno de creencias erróneas. Siempre he encontrado fascinante la contradicción del ser humano:
- Soy Católico a mi manera
- Los cristianos no creen en la virgen, quieren convertir a todos y eso es raro
- Los testigos de Jehova están desorientados
Todas las religiones, creencias o complementos de vida, fuera de lo católico, tiene algún defecto. Pero cuando preguntas dentro de la misma comunidad, el tener la religión a tu manera, la mayoría del tiempo se traduce a: Como mejor te convenga.
Salí del closet para encontrarme con: Odio, rechazo y juicio. ¿Por qué? Porque, de acuerdo a DIOS, yo estaba mal. Exacto; de acuerdo a Dios. No de acuerdo a un sistema de creencias; no de acuerdo al juicio propio del ser humano; no de acuerdo a las prácticas religiosas mal ejercidas; no… de acuerdo a DIOS. Me encontré con personas que se sentían con la autoridad moral de juzgarme y mandarme al infierno (en nombre de Dios). Me encontré con personas que, de repente, su propósito en la vida era “mostrar el camino de Dios a los gays” y sobre todo, me encontré con una poderosa mentalidad que prevalece generación tras generación, en México: “Como eres Lesbiana, no te puedes casar, no vales como persona, no puedes tener familia, derechos o propósito de ser; estás mal y te mereces irte al infierno por –ESCOGER – ese pecado; A eso, sumándole: “Qué vergüenza vas a ser para tu familia, que mal modelo a seguir y un “Todas menos mi hija” de mi Papá”.
Han pasado 7 años donde mi vida se ha transformado completamente. Existe mucha historia que no podría contar en un solo artículo; pero puedo extraer un momento importante que me llevo a la reconstrucción de mi fe. A pesar de las visitas esporádicas a la iglesia, a causa de eventos sociales, fue hasta después de mi intento de suicidio que me encontré con un libro en internet, que se llama: “The Purpose Driven Life” del pastor Rick Warren. Este libro lo considero mi ancla. Aunque es un libro que está basado en la fe cristiana, me hablo de muchas maneras y me ayudo a recordar que todavía existía algo para mí, en este mundo.
Nunca dejé de creer en que había algo más grande que yo. Pero durante esos años donde toqué fondo en mi vida, me sentí abandonada, sin propósito, enojada y con unos niveles de ansiedad y depresión enorme. Estaba lidiando con miles de cosas a la vez, que solamente sentía un vacío profundo en mi pecho; como si estuviera cayendo y no pudiese detenerme.
Cuando empecé a recuperar mi vida, intenté regresar a los grupos juveniles de diferentes iglesias, solo para darme cuenta que, como mencioné al principio, mi concepto de Dios, está completamente separado de todo lo demás; y en definitiva, es un Dios que nos guía, nos ama, nos pone pruebas y tiene un plan escrito para nosotros. No es un Dios formado por una fe o una institución. Meto las manos al fuego por ese Dios, ya que me ha demostrado que todo mejora. El día de hoy veo todo lo que es mi vida y solo pienso que hace años, jamás me hubiese imaginado vivir con tanto: Amor, propósito, fuerza y transformación. Para mí, todo eso vino del plan que Dios siempre ha tenido para mí. Incluso los momentos más oscuros de mi vida, han sido para transformarme, darme propósito y servir al mundo, con él guiándome.
Estar sola, en un país diferente y por un largo tiempo, involucra una transformación personal infinita. Yo sabía (y no) lo que me esperaba, personalmente, al estar aquí. No siempre que tengas un meltdown a las 3:00am, porque te rompieron el corazón, vas a llamar a tus amigos, por ejemplo. Soy una Fernanda completamente distinta a la que dejó Monterrey; el reencontrarme y redefinir mi identidad como persona, ha sido un trabajo del día a día. Un día me gusta algo, al otro no, a la siguiente semana sí y a la otra no, y pienso que esa es una de las mejores cosas del mundo. Sin embargo, el estar “al aire” ¡Requiere de que busques todo! Como construir una pirámide de Jenga y después asegurarte de que no se caiga. Las torres de mi Jenga se cayeron hace tiempo y es todo un proceso reconstruirlas. Entre superar a mi ex novia, dejar la organización que fundé, abrirme nuevos caminos personales y profesionales; todos los días me encuentro preguntándome: ¿Y ahora qué? .Entonces, escribí todo. Escribí todo en una gran cartulina y solamente dije: “Dude, si existes, necesito que te pares enfrente de mi a darme respuestas”.
Fue al siguiente día que, mi roomie, me invitó a un grupo de la fe bahá’í . Conociendo como soy con la religión, una de sus primeras líneas fue: “Te prometo que no te van a tratar de evangelizar ni nada”. La fe baha’i, se resume en tres unidades: la unidad de Dios, la unidad de la humanidad y la unidad de la religión. O sea, que no importa que religión profeses o en qué creas, lo importante es la unidad global. Me atreví a ir, buscando respuestas; después de todo, yo le había dejado muy en claro a Yisus, que necesitaba hablar con él. Lo que encontré en ese grupo, me sorprendió. Fue un día de meditación, de compartir poemas, oraciones, música. Nadie me dijo cuál era la manera correcta de encontrar a Dios; pero todos me dijeron, cuáles eran sus diferentes maneras y que todas eran válidas y correctas. Todo lo que compartimos en ese momento, me lleno el alma de paz, amor y tranquilidad; por primera vez, no me sentí sola o juzgada dentro de un grupo de jóvenes. Encontré respuestas que buscaba, encontré personas que viven ese camino de amor y unión en sus vidas. Lloré (Y yo soy muy orgullosita para llorar). Me elevé, sentí, viví y eso, no se compara con nada. Reconfirmé que Dios no es acerca de pertenecer a algo, es acerca de vivir con cualquiera que sea tu concepto de él.
Mi amiga Lina, una chimba de mujer, se me fue a Colombia de regreso. Ella es una mujer de Dios, con su fe cristiana bien puesta y el alma llena de amor. Ella es un regalo que Dios me hizo, desde el momento que le hablé diciéndole: “¡Hey! ¡Ya me subí al avión! ¡Voy para USA!”. Lina me entiende. Ella sabe cómo me siento acerca de hablar con Dios, de tener una relación con él y; al mismo tiempo, sabe cómo me siento acerca de encerrarme en un solo cuadrito a seguir las reglas de alguien más. Conocí a Preethi, amiga Lina, parte de la iglesia a donde ellas van; platicamos muy bien y entonces, me soltó el comentario: “I’ll see you at church on Sunday! Justin Bieber has been there! Judah Smith preaches for us!”. Intercambiamos números y Lina solamente me dijo: “Ay disculpe que te andan acosando”, en un tono de broma. Desde hace unos meses Lina y yo habíamos tenido conversaciones acerca de cómo, Judah Smith, había llegado a mi vida por Justin Bieber, las señales del universo y cómo Dios te mueve como una pieza de ajedrez. Poco a poco, fui reconstruyendo las fundaciones de mi fe y antes de que Lina se fuera, me abrazó y me dijo: “Busca tus respuestas ahí”.
Se llegó el domingo y yo me subí al metro, con dirección a Citizen Heights, un templo cristiano. Al llegar, me encontré con mi tocaya, Fernanda, otra de las amigas de Lina. Ella me enseñó todo lo que había que saber como “principiante de ir a la iglesia en domingos”. Tan pronto entré a la sala donde el servicio de las 11:30am toma parte, me encontré con un grupo musical. No, no un grupo de esquina con una guitarra; me encontré con una producción tamaño Justin Bieber – Purpose tour. Todos cantaban canciones muy pegajosas, en inglés, para empezar el servicio y luego me dieron snacks! (Yo les juro que no me quedé ahí por la comida). Mientras leía las palabras en la pantalla: You are loved. You are redeemed. You are accepted; la chica sentada al lado mío, empezó una conversación conmigo:
- Hey! How are you? You’re Lina’s friend too, right?
- Contesté con la voz entrecortada: Sí… Yes. First time here.
- That’s great! How are you liking it?
- Well, I don’t know. I haven’t willingly been to church for more than 5 years
- Wow! Why so?
- Ahhh… long story. Mainly feeling judged for who I am. Today, I’m looking for answers, tryna’ rediscover this whole thing up…
- Ooooh! I totally understand. Don’t ever feel like that here; you are welcome and God loves you as you are.
Esas palabras me dieron la seguridad de que estaba en un buen lugar. Todo lo que paso después en el servicio, fue literalmente lo que días antes había pedido con tanta fuerza… que el dude que existiera, bajara a hablarme uno a una. Hubo un momento donde el pastor dejó de lado su discurso, se paró frente al escenario y dijo:
“For everyone that is here for the first time, looking for answers, seeking to find God; your burdens are ours too. We’ll pray together, and we’ll walk this journey together, towards God. You’re not alone”.
Y en ese exacto momento, comencé a llorar y no paré de hacerlo hasta que se acabó el servicio. Mi corazón, mi alma, mis chakras se abrieron y, juro que al momento que cerré mis ojos, sentí que todo esto, siempre había sido parte de su plan para mí. Me llené de energía, de amor, de paz y de coraje para seguir adelante con mi vida, a pesar de no tener muchas respuestas. Citizen Heights me hizo sentir que estoy en un lugar más allá de: Ven, únete, bautízate, sigue la biblia. Muy por el contrario, encontré mi momento de desconectarme y reconectarme con mi Dios, con mis creencias, con mi camino y propósito de vida, más allá de: “Estoy yendo a una iglesia cristiana a convertirme”, como hubiese pasado en México.
Hoy estoy muy feliz de empezar este camino cada domingo en Citizen Heights; de ir y pertenecer a una comunidad, mientras sigo al mismo tiempo, sin pertenecer a ella. Estoy feliz de re-conocer a Dios, con los baha’í’s (Gracias roomie!), rodeada de personas que buscan su mensaje principal, su mensaje de raíz: Amor y unión. Y sobre todo, estoy emocionada. Estoy emocionada por ver como evoluciono en este tiempo de mi vida. Como todos esos pedacitos de Fernanda, se vuelven a juntar para crear algo nuevo. Estoy emocionada por limpiar este cuarto y volver a trabajar en confiar, tener fe y como en una relación, confiar en el otro 50% del plan, que Dios me está dando.