En una entrevista con la Radio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Coordinadora para América Latina del proyecto de eficiencia de recursos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que “el 30% de los alimentos que generamos en este planeta terminan en la basura. Eso quiere decir que, claro que tenemos los recursos, pero que somos una sociedad de desperdicio y sobreconsumo.”
La pérdida y el desperdicio de alimentos es probablemente la demostración más clara de la disfunción en nuestros patrones de producción y de consumo. Una alarmante realidad en la que en el marco de Naciones Unidas (NU), muchas organizaciones, movimientos, entidades públicas y personas civiles, buscan generar
un call to action y explicarnos cómo a través de la modificación de sus actuales
modalidades de producción y consumo de recursos, pueden alcanzar y pueden permitir que el resto de población, en especial la más vulnerable, alcance estilos de vida sostenibles.
Una de las razones por las cuales se decide abordar este tema es la preocupación que existe hoy en día por la conservación del medio ambiente; es importante explicar la relación que existe entre el desarrollo y el crecimiento económico, y que con el pasar de los años ha traído consigo nuevos conceptos como el ecodesarrollo y la economía verde, concepción que, según el PNUMA, “apuesta por el bienestar y la equidad social, y a la reducción de riesgos ambientales, gracias a las bajas emisiones de carbono y al empleo de recursos de forma eficiente.”
Y es que de pronto nos escuchamos y estamos hablando de los problemas medioambientales en tercera persona, cuando en verdad son nuestros problemas,
porque a lo largo de esos mismos años, no se han tomado en cuenta los límites de nuestro principal generador de recursos, la Tierra. Estos recursos, conocidos también como capital natural, son como la columna vertebral para el bienestar humano y el desarrollo. El deterioro de este capital podría conllevar a la disminución de la productividad y como consecuencia, imposibilitar que muchas personas
salgan de la situación de pobreza en la que viven.
Al trabajar en la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (UNESCAP), aprendí no solo sobre sus procesos de trabajo, sino también sobre las diferentes oportunidades que existen para la aplicación de nuevos patrones de CPS, que tienen impacto directo en áreas como la conservación del medioambiente o reducción de la pobreza, y permiten que los Países Menos Adelantados (PMA) de la región, por ejemplo, puedan acercarse al Desarrollo Sostenible.
Es a partir de los años 80 que se busca dar respuesta a la cuestión ambiental desde las esferas gubernamentales y desde las organizaciones internacionales, incorporando al medio ambiente como variable infaltable al momento de definir el camino que deberíamos seguir para alcanzar el desarrollo. Así pues, en 1983, las NU crean la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD), la misma que cuatro años después publicó un informe titulado “Nuestro Futuro Común”, conocido también como informe Brundtland. En este documento se definió un nuevo tipo de desarrollo sobre el cual se basaría el crecimiento económico de entonces: El Desarrollo Sostenible que “satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad
de las futuras generaciones de satisfacer las propias”.
Sin embargo, para que dicho Desarrollo Sostenible pueda ser alcanzado en todas sus aristas, es necesario cumplir con mejoras en el bienestar de la población mundial, metas que se propusieron a principios de este siglo y que aún no se lograron cumplir.
Posteriormente, esta problemática generó que, durante la Conferencia de NU sobre
Desarrollo Sostenible y que tuvo lugar en Río de Janeiro en el 2012, conocida como
Río+20, dirigentes mundiales aprobaron el Marco Decenal de Programas para el Consumo y Producción Sostenibles (10YPF, por sus siglas en inglés), reconociendo que es una preocupación universal, y que es importante que los países desarrollados lideren los cambios en los patrones de producción y consumo. Partiendo de este marco como base, en el 2015, organizaciones internacionales, gobiernos y ciudadanos del mundo tomaron un compromiso de gran impacto para los siguientes 15 años. Este compromiso recibió el nombre de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sitúa al CPS como uno de sus principales objetivos, que actúa de forma independiente y también transversal junto con los otros 16 objetivos de dicha agenda. En este contexto, organizaciones internacionales como NU, UNESCAP y PNUMA vienen trabajando para mejorar la calidad de vida de las personas a través de programas locales y regionales que además, eviten generar daños en el medioambiente durante este proceso.
*Este es un estracto de mi Tesis de Maestría, Consumo y producción responsables para alcanzar estilos de vida sostenibles, con enfasis énfasis en la situación de Asia y el Pacífico, año 2016. Si quieres leer más, puedes encontrarla en la biblioteca virtual de la Univesitat de Barcelona (UB).